Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma. - Horacio Quiroga
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1 comentario:
Excelente cuento.. Gracias por recordarmelo !!
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