20 octubre 2007

Extracto

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma. - Horacio Quiroga

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente cuento.. Gracias por recordarmelo !!